Mi padre es delineante. Cuando era niña, observaba cómo estructuraba las casas sobre el papel. Y me encantaba.
Estando de vacaciones en el pueblo de mi madre, aprovechaba para ir a saludar a los novios cuando se casaban y ver su casa. Me encantaban las casas nuevas.
Aún recuerdo las cocinas con azulejos en blanco y negro de los años 90 y muchos más detalles de la época. Para mi eran como castillos maravillosos. Y ese olor a nuevo me transportaba. ¿A dónde? No lo sé, pero sentía emoción.
Con mucho esfuerzo y trabajo conseguí hacerme con un piso no sin problemas, que reformé enterito para explotarlo turísticamente. Tenía poco dinero y menos experiencia. La renovación fue dura, pero el esfuerzo valió la pena.